Los Desechables

La obra hace alusión a una problemática social latente en el país donde según la secretaria de inclusión social hay alrededor de 40.000 personas habitantes de calle, cifra un poco menor a la cantidad de habitantes presentes en el casco urbano de una ciudad de Leticia. Según el estudio la mayoría de estas personas están en dicha situación producto de algún tipo de adicción, lo cual hace difícil su incorporación a la sociedad por las constantes recaídas. Lo anterior de la mano de los intereses de ciertos grupos delincuenciales beneficiados por dicho fenómeno.

Por otro lado, tal vez contrario encontramos las tradiciones familiares tan características de la cultura colombiana donde la vajilla de porcelana ha sido un elemento representante de ostentoso, clase y buen vivir. De esta forma una técnica de pintura de platos de forma artesanal  como la empleada en El Carmen de Viboral, donde el color azul cobalto y los procesos de pintura a mano son distintivos y alcanzan un reconocimiento importante en el país. De esta forma el desarrollo de una serie de lozas pintados con características propias de esta región pretende gozar del mismo nivel de categoría.

La porcelana en su esencia me posibilita una metáfora a la fragilidad y vulnerabilidad del ser humano. En complemento de esto la obra es nombrada peyorativamente, dicho nombre marca una conexión entre platos de plástico y personas habitantes de calle, los cuales son mal llamados “desechables” potenciando una ironía entre el material empleado en la obra y la connotación de valor presente en el material y el proceso empleado en la fabricación. Pero no es solo el objeto sino además la imagen representada de un habitante de calle.

La obra es una serie de pinturas expandidas, donde se lleva a cabo la composición en platos de porcelana de 15cm de diámetro cada uno. Cada uno de los elementos es colgado a la pared en una posición específica y juega un papel importante en la construcción de la imagen, donde partes individuales forman una sola pieza, apelando al hecho de que somos seres sociales por naturaleza, donde al faltar un elemento el sistema sigue funcionando, pero de forma aislada un solo elemento parece no comunicar suficiente.

7-BAJ «Relojes»

La obra solo hace parte de la realidad cuando hay un espectador se presenta dando vida, un donador de su tiempo. Un ser que de una forma voluntaria o porque no, involuntaria, brinda esa cantidad de energía necesaria para existir. Ya de una forma un tanto irónica la pieza hace evidente ese tiempo adsorbido, intentando exaltar como en muchas ocasiones se entrega este, tan solo por pretender hacer parte de una sociedad.

Tiempo

Participante de la séptima versión de arte joven Confenalco 7-BAJ. 2019

Rutinas

«Rutinas»

Encontramos 4 relojes digitales compuestos por display de 7 segmentos los cuales, tienen dos tipos de función, en un primer plano encontramos que 3 de estos tienen la función de determinar cuando alguien está enfrente y aceleran hasta hacer evidente la hora real, pero cuando la persona se aparta el reloj se detiene, mientras que el cuarto reloj va contabilizando el tiempo que estuvieron presentes las personas en observación de la obra.

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Rutinas

El espectador de la obra puede observar un dispositivo cuadrado provisto de dos ruedas, el cual gira en contra de las manecillas del reloj tal vez apelando a querer regresar el tiempo en un ciclo sin fin, obligado a seguir la línea, sin la capacidad para abandonarla a pesar de que no hay una restricción física que lo obligue a hacerlo, tan solo porque hay unas reglas que debe cumplir y a las cuales se ciñe sin ningún tipo de cuestionamiento.

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